De vez en cuando se volvía a mirar al espejo,
no para arreglarse ni para fijarse en su rostro,
sino para verificar que ella seguía allí,
que no había cambiado
que la falsedad del mundo no había dejado huella en ella
que seguía teniendo aquella mirada sincera,
que el dolor no había guardado rencor en sus ojos ni en sus
rasgos,
se miraba para convencerse de que nada malo había guardado en
su interior,
se miraba para decirse que se quería…
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