Como decían la tribu de los Lakota
Todos estamos conectados,
Nos necesitamos,
Somos al mismo tiempo:
el virus que provoca
la enfermedad
y única medicina que nos puede salvar.
Somos el niño, el joven y el anciano
El espíritu que crece
en este cuerpo que envejece.
El corazón dolido
que reclama a gritos tu atención,
sin conocer forma de hacerlo mejor
que obteniendo por respuesta
lo contrario a su petición.
Somos la soledad disfrazada de arrogancia,
La nostalgia que habita tras la máscara,
El dolor que sólo busca tu comprensión,
El águila que se cree encerrada
En una celda de ficción.
El miedo a perseguir los sueños
Bajo la capa de la envidia y la frustración.
Pero también somos la llama que alumbra
En la oscuridad más absoluta,
El abrazo cálido que nos cobija de la lluvia,
La risa que riega las flores secas de tu balcón,
La alegría que baila sobre ese muro en tu interior,
La ilusión que lo destruye a golpes de emoción
La caricia que sana las heridas del corazón
Somos los niños que siempre fuimos
Retomando el camino
Que creíamos perdido,
Y recogiendo los escombros
De un muro
Al fin destruido.
Al fin destruido.
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