Los que vivís seguros
En vuestros cálidos hogares,
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
la comida caliente
Y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
quien trabaja en el fango
quien no conoce la paz
quien lucha por medio trozo de pan
quien muere por un sí o por un no (…)
Primo Levi.
Transportados en vagones
como si fueran ganado,
seleccionados a simple vista
en función de sus capacidades físicas.
Reducidos a rostros y cuerpos anónimos,
Consumidos a la condición última de existir para salvar la vida.
Tratados como máquinas para el trabajo,
despojados de sentimientos,
privados de las necesidades más básicas
como el alimento, el cobijo o el aseo..
Cuando a un ser humano le privan de todo lo esencial
y el instinto de supervivencia es lo único que resta,
la libertad es una quimera que se burla tras el alambre de espino,
la epidemia que se instala en las entrañas para congelarte hasta los huesos…
“El trabajo os hará libres” cita la inscripción en alemán
sobre la puerta de entrada.
Pero aquella mentira,
como todas las demás,
rápidamente fueron descubiertas.
La muerte se respira en el ambiente,
el dolor, el fuego, las cenizas…
Los gritos reprimidos,
la infancia arrebatada,
las esperanzas mermadas…
Cómo podrían dormir los vigilantes por las noches?
con qué juicio demente acallaría el ego los remordimientos?
Qué justificación valdría para aprobar aquellos actos perversos e inhumanos?
Qué temores se esconderían bajo el consentimiento y la autorización de todo aquello,
para acabar poniéndose una venda en los ojos
y que nadie se atreviera a acercarse a aquellos campos…
Donde seguían
eficazmente,
silenciando vidas,
maltratando cuerpos,
arañando el alma de todos ellos.
Dejando cicatrices en los que sobrevivieron,
como heridas incurables al paso del tiempo.
Qué oscuro e inexplicable pensamiento puede otorgar el poder a un ser humano de creerse en derecho a decidir sobre la vida o muerte de una o mil personas?
Y cuánta miseria puede albergar los corazones
de aquellos que tratan la vida
con tal desprecio con el que matarían a un insecto?
Al entrar en los barracones,
vemos objetos amontonados, maletas, pertenencias…
Restos de vidas y sueños.
Se reducen a cifras, números, a un suceso..
Pero detrás de cada uno de ellos, esta su historia, su viaje..
El trayecto que desgraciadamente la mayoría tuvo que terminar allí.
Ahora les vemos, tras la vitrina,
a través de los objetos,
parece algo tan irreal.. y sin embargo
tan certero y reciente al mismo tiempo…
Vemos las fotografías, de rostros sin vida,
Les imaginamos en aquel lugar
A 20 bajo cero en invierno,
con su fino pijama a rayas,
trabajando en el fango, enfermos y en los huesos,
esperando la muerte como única vía
para alejarse de aquel tormento,
para alcanzar la libertad
que nunca hallaron por más que se mataran a trabajar…
Vosotros, que aunque os apuntaran con sus armas,
os desafiaran con la mirada,
os golpearan una y mil veces contra el frío suelo,
Vosotros, siempre estuvisteis por encima de ellos.
Este mundo no entiende de justicia,
de razón o entendimiento,
yo hace tiempo que dejé de comprenderlo,
de buscar explicaciones
a lo que carece de lógica en sus argumentos.
Que cada uno lo acepte como pueda,
este pasado que llevamos a cuestas
y aunque a veces lo ignoremos
sigue pesando muy adentro.
Que siga sin comprenderse,
que la palabra locura defina este lastre
y que allí donde la razón no alcance
lo hagan la pintura, la música, el arte en todas sus formas y expresiones.
Que se escriban los hechos,
se narren los sucesos
y que la poesía
haga el resto…